Derrota merecida y punto
El partido acabó como casi empezó: con demoledores parciales a favor de Francia. En medio, unos pocos arreones. La Selección perdió, y perdió justamente. Ayer posiblemente hubiera perdido contra cualquiera. Francia jugó de maravilla. Como hay que jugar una eliminatoria de estas características. Con una defensa feroz. No fue una sorpresa. Tampoco se esperaba menos. Lo hubiera hecho cualquier rival a estas alturas. Quien no estuvo a la altura fuimos nosotros. Con unos jugadores desconocidos. Un horror casi todos. Pau Gasol se mostró desafortunado y aún así hizo 17 puntos. ¡Cómo estarían los demás! Pues eso. Así estuvieron. Sencillamente, mal. Marc, especialmente. Reyes no le sustituyó en ningún momento. Orenga no se atrevió.
No era un partido para arriesgar. Lo tenía que sacar adelante la guardia pretoriana y no lo sacó. Triste final para una generación de oro. Pudo la presión, la responsabilidad. Se les veía en la expresión, en el lenguaje corporal. Sobre la cancha no había referencias. Cada vez que se producía un cambio, los jugadores parecían almas en pena. Tristes y cabizbajos. Así no se puede ganar un partido. Y menos quedándose en 52 puntos. Sin juego interior, porque Pau estuvo solo; acostumbrado el equipo a que la pintura aportara casi el 70% de los puntos, que se quedara ayer en menos del 40% fue un lastre. Del juego exterior ya teníamos datos de que no resultaba fiable. Triste y decepcionante despedida de un Mundial, que no invita al optimismo. Va a ser duro.