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El partido de las evidencias

Entre los múltiples logros de Simeone y su Atlético están el de haber conseguido llevar al Real Madrid a su máxima exigencia y a los derbis a su trasfondo histórico, o sea a la rivalidad en su máxima expresión. Después de tres lustros casi de paseo por el Bernabéu y por el Calderón, resulta tentador pensar que el Madrid es favorito, por el peso de sus individualidades y por la calidad de su plantilla, pero los últimos enfrentamientos demuestran que el Atlético enchufado es un auténtico dolor de cabeza. A su habitual intensidad se une Mateu Lahoz y su cacareada permisividad. Una cosa es dejar jugar, todos lo agradecemos, y otra dejar pegar, que no es lo mismo. Pero el Atleti es mucho más. Tiene veneno a balón parado, domina la segunda jugada y tiene más talento del que su intensidad parece enseñar. Hace virtud de sus limitaciones. Es un equipazo.

Para el Madrid, tras perder la Supercopa de España y la peligrosa cara de Anoeta, se atisba la necesidad de dar un golpe de autoridad. Una ocasión obligada para sacar a la luz su enorme potencial, saber si Cristiano está bien, si Illarra cuenta de verdad (Ancelotti debería jugar con tres en el medio) y si las bajas de Xabi y Di María, o sea el orden y el atrevimiento, no son tan importantes como parecen. El Madrid, aún sin estos dos, tiene mejores jugadores. Una gran ocasión para ver si tiene también mejor equipo.