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Madridismo inoportuno

Raúl Jiménez. Cuatro jornadas después, el América comanda con autoridad y en solitario el Apertura mexicano. Ha ganado todos sus partidos, incluido el del sábado en la cancha de Tigres. Cuatro de sus diez goles los ha marcado Raúl Jiménez, que no anotó esta vez, pero sí dio una asistencia. Posiblemente su último servicio para las águilas. Lo dan por contratado en el Atlético, el equipo de cuya derrota en la última final de Champions se alegró ruidosamente. La influencia de la propaganda. El delantero campeón olímpico ha pregonado incluso por televisión su madridismo, equipo del que dice quedó prendado en un viaje de crío al Bernabéu. Jugar con esa camiseta es su meta, aunque admite saber que antes debe vestir otras. La del Atlético, por ejemplo. Una especie de purgatorio previo. El tipo de pasado que en esa casa cuesta borrar, un filón argumental para los telediarios del régimen. El nueve es bueno. Pero contado así, su caso chirría.

Aimar. Casi 14 años después, la camiseta número diez de River Plate espera a Pablito Aimar, la misma que heredó del Príncipe Francescoli y la misma que ahora recoge libre de Lanzini, traspasado a última hora al millonario pero poco competitivo fútbol de los Emiratos Árabes. El Payaso tiene 34 años, estaba de jubilación pagada en Malasia y viene de una operación de la que aún no se ha recuperado. Pero River, sin ponerle fecha a su vuelta, lo ha inscrito para el torneo recién comenzado en Argentina. Una especie de calmante para la hinchada del Monumental.

Riquelme. Ni siquiera sonrió. Se limitó a levantar la mano y a esperar el abrazo de sus nuevos compañeros. Riquelme, genio todos los años, también a los 36, en la B Nacional del fútbol de su país, en Argentinos Juniors, la camiseta que primero se puso, aunque de crío, y que ha vuelto a colocarse en el final de su carrera, a la que ya no le queda casi tiempo. Riquelme debutó con Los Bichos, el club al que quiere devolver a la categoría máxima, pisó la cancha de hierba que era de tierra cuando la corría hace más de 20 años, marcó el gol de la victoria y dejó un puñado de sus inconfundibles detalles. Luego se declaró más de Boca que los dirigentes que no le renovaron y se fue. Un placer verle.

Jorge Sampaoli. El seleccionador de Chile, después de mucho dejarse querer y ponerse en el escaparate, ha comunicado que sigue en el cargo hasta el Mundial de Rusia. Que pospone su ansiado viaje a Europa. Del juego de la ambigüedad ha sacado tajada, eso sí, un jugoso aumento de sueldo. Aunque también un deterioro en su imagen que ahora trata de reconquistar a través de carantoñas (reuniones privadas cuya asistencia selecciona personalmente) a los periodistas locales, a los que de tanto despreciarlos, convirtió (o así los empezó a sentir) en enemigos.