Echaremos en falta al Racing en la Copa
Esta vez no ha habido magnanimidad y el Racing no estará en la Copa. Ya saben, en la última abandonaron en cuartos, ante la Real. Fue un acto digno, bien presentado, con una estética doliente y seria, ante unos retrasos en el cobro que iban más allá. En realidad el acto denunciaba el abandono desastroso en que había quedado el club, tras la aventura de aquel comprador desastroso, Ali Syed, la actitud incauta de los políticos que creyeron en la operación, y las maniobras de Pernía. El Racing se venía abajo, aquello fue un clarinetazo. La Real, enfrente, contribuyó a la dignidad del acto con su actitud.
No me gustan los indultos, me parecen una escapatoria de la que se abusa ya hasta la indecencia. Pero hay raros casos en los que el indulto es deseable. Y el indulto es deseable cuando aplicar la justicia al pie de la letra resulta injusto. Este es uno de esos raros casos. Los jugadores del Racing hicieron bien y lo hicieron bien. Aquello sirvió para llamar la atención sobre la crisis de supervivencia de un club centenario, aun así en peligro. Y sirvió. Hubo un movimiento de apoyo, se conoció el problema, se apuntaron soluciones. Fue un acto útil, nada caprichoso. Hubiera esperado más sensibilidad de la Federación.
Y más, claro, existiendo el precedente del indulto al Barça por un abandono con todos los agravantes, porque fue un puro capricho, tras perder 3-0 la ida ante el Atlético. Una melonada porque le faltaban los internacionales holandeses, convocados para un amistoso. Pocos meses antes obtuvo de Holanda el favor de que se los dejara para el partido del centenario. Esta vez no lo quiso intentar. Villar aprovechó su cuarto advenimiento para dictar un indulto general bajo cuyo manto protector el Barça salió indemne de aquello. Aquel recuerdo hace todavía más irritante este desprecio al Racing.