Rosell y la letra pequeña de Neymar
Dijo Rosell que en lo de Neymar no reparó en la letra pequeña. Vaya. Le pasó lo que a los preferentistas avasallados por la codicia de los banqueros. Hay que cuidarse de la letra pequeña, ya se sabe que el diablo está en los detalles. Claro que esa letra pequeña también se le escapó a la Liga, que ese mismo verano anunciaba fieros controles económicos sobre los clubes, para lo que Tebas contrató al superagente Javier Gómez. Y, efectivamente, aprietan en el control a todos... menos a dos. Uno de ellos es el Barça, el otro, el Madrid. Lo de la Liga es la ley del embudo, lo ancho para dos, lo estrecho para el resto.
Así que nada tiene de extraño que Rosell se pensara liberado de la enojosa obligación de leer la letra pequeña. Pero salió un socio díscolo y el caso acabó en instancias donde se mira todo con lupa. Al menos, por el lado de la Liga puede seguir tranquilo. Otros tienen que justificar ingresos y traspasos para cada fichaje que hacen, pero el Barça, como el Madrid, sigue fichando sin tasa. Este verano lleva gastados 143 millones (Ter Stegen, Bravo, Mathieu, Rakitic y Luis Suárez) por 80 ingresados (Cesc, Alexis y Bojan). Y habrá que ver lo que cuelga de Neymar. ¿Y quién acabará pagando lo de Messi a Hacienda?
Lo mismo digo del Madrid, que ha gastado 110 en James y Kroos, y ha ingresado 28, entre Morata y Sahin. Aún no han salido ni Khedira ni Di María, pero las compras ya están hechas y los nuevos, presentados. Y cualquier día vemos por aquí a Keylor Navas. El Barça, pues, va por menos sesenta, el Madrid por menos ochenta. ¿Tanto superávit generan? Conste que me hace feliz que fichen todo lo que puedan, pero no deja de parecerme injusto que se apriete a dieciocho y se considere a los dos grandes exentos de todo control. Y, claro, luego Rosell se cree que la letra pequeña no va con ellos y pasa lo que pasa...