NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

El partido más importante

Nadal y Djokovic se enfrentan hoy por 42ª vez (22-19 a favor de Nadal), que será la 22ª con un título en juego (12-9 a favor de Djokovic) y la 7ª en una final de Grand Slam (3-3). Diríase, por tanto, que se trata de un partido más por muy importante que sea. Pero esta vez es diferente. Hay un run-run que indica que este partido va a marcar el futuro de ambos jugadores. Igual que sucedió en el Nadal-Federer de la final de Australia en 2009. Ganó Nadal en cinco sets, después de 4:20 horas de juego, y Federer acabó entre lágrimas. Cedía su trono, y aunque volviese a ganar en alguna ocasión a Nadal, como de hecho así pasó, sabía que ya nunca iba a ser lo mismo. Nadal le tenía comida la moral, el sitio y era su relevo natural.

La rivalidad Nadal-Djokovic llegó algo más tarde, y está resultando encarnizada y con mayores alternancias. Es lógico, porque se llevan un año de diferencia y ambos compiten en plenitud. Nadal fue más precoz y es mejor (número uno del mundo y 63 títulos frente a 44 de Djokovic), pero hay razones para mosquearse. Ha perdido los últimos cuatro enfrentamientos con Djokovic (en 2007 llegaron a ser siete), y el último fue sobre tierra. Si Djokovic volviera a ganar sobre la superficie preferida de Nadal, se podría pensar en que se avecinan nuevos tiempos. Si, por el contrario, Nadal sale victorioso, Djokovic recibirá un golpe tremendo, pues nunca habrá tenido tan cerca completar el Grand Slam. Por eso la final de hoy es tan importante. Marcará un antes y un después.