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La Décima: el Madrid siempre vuelve

El Madrid siempre vuelve, lo hemos dicho muchas veces. Pero ahora le costó más que nunca, ante ese Atlético que nos ha fabricado el Cholo. Tuvo otra vez la Copa en su mano, como hace cuarenta años, pero se repitió la maldición del central. Otra vez en el descuento, ahora de cabeza y por medio de Sergio Ramos, pero la misma estupefacción que cuando el zapatazo de Schwarzenbeck. Quizá el Atlético no mereciera tanto dolor, pero el Madrid sí estaba mereciendo ese gol. Llevaba minutos y minutos jugando bien, con calidad y energía. Se mascaba el gol, como se dice. Simplemente, se retrasó.

El caso es que el Madrid había hecho una mala primera parte. Y tampoco empezó bien la segunda. Fue con los cambios, cuando puso todo el talento sobre la mesa, cuando se hizo con el partido y arrolló y asustó al Atlético, agotado, falto de las referencias de Diego Costa (el milagro de la placenta duró nueve minutos) y de Arda Turan. Cazó su gol en un error de Casillas, al que se le notó la falta de portería y luego trató de llevar el partido con calma hasta el final. Su mérito es que con tan poco casi lo consigue. Le faltó minuto y medio. Se ahogó en la orilla, ya completamente agotado.

Así que no fue extraño lo de la prórroga. El Madrid tenías más de todo: más energía, más juego, menos calambres, la moral del empate tardío y el viento de la historia. Así consiguió tres goles más, que Gento tuvo la satisfacción de ver que llegaban por su lado: un jugadón de Di María que acabó en gol de Bale, una llegada de Marcelo en extremo de ese lado y un penalti a Cristiano, también ejerciendo funciones de tal, y que convirtió él mismo. Tres goles en homenaje a Gento. Tres goles en una prórroga inolvidable, como lo fue todo el partido. Sí, el Madrid siempre vuelve. ¡Ya tiene diez!