...que los dos juegan como visitantes
Un derbi con una característica especial: los dos lo juegan como visitantes. En algo recuerda aquel de 1959, desempate de semifinales en la vieja Copa de Europa, en Zaragoza. También hubo caravanas de coches, aunque en la época, claro, no abundaban tanto como ahora. Fueron juntos por la carretera unos y otros y en el campo estuvieron revueltos, junto a la afición zaragozana, que también se volcó, porque entonces no era uso separar a las aficiones. Hasta lo que ha llegado a mí, fueron y volvieron sin incidentes. Ganó uno, claro, que fue el Madrid, pero ganaron todos porque el ambiente fue grato.
Eso quiero hoy sobre todo. Escucho decir que pase lo que pase la final la ganará Madrid, porque uno de los dos equipos madrileños levantará la Champions. Pero podría ocurrir lo contrario, que la final la perdiera Madrid, fuere quien fuere el campeón, porque se produjere una conducta impropia en la ciudad. Hoy habrá muchos madrileños aquí, en Lisboa. Cerca de setenta mil, se calcula. Estamos obligados al respeto al contrario y a un respeto aún mayor al anfitrión, esta ciudad antigua y señorial que se esponja para dar cabida a tanto coche, tanto autocar, tanto avión y tanto hincha ansioso de entrada.
Gane el que gane, el fútbol de Madrid saldrá prestigiado, sí. Pero importa más que salga prestigiada su ciudadanía, y eso no está al alcance de Cristiano o Diego Costa, sino de todos nosotros. Fue un modelo la final de París, entre madridistas y valencianistas. Han sido modélicas las recientes finales de Copa. Lo fue la reacción culé en el alirón del Atlético. A eso aspiro yo: a conducta sana en la calle durante el día y a respeto al vencido después. Hay un siglo por delante para las bromitas. Podemos economizarlas esta noche, que será cuando peor sienten. Estamos en casa ajena, recuerden.