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Y si suspenden, que vuelvan en septiembre

Es imprescindible ganar la primera batalla. La de la afición. La del estadio lleno de colchoneros sin dejar respirar a los blancos. Es impresionante vivir esa competencia tan desigual basada sólo en la pasión y en el amor por un equipo. La primera batalla es nuestra. La primera victoria es nuestra.

Sin pretenderlo, siempre acerté eligiendo equipos. En baloncesto disfruté muchísimo hace tiempo yendo al Magariños a animar al Estudiantes y aprendiendo cada semana de la Demencia cómo había que hacer para ayudar al equipo. La inigualable Demencia. Y con la afición del Atleti pasa algo parecido. No hay otra igual. Saben en cada momento cuándo se les necesita. Y ahora se les necesita más que nunca. Mañana, en el Estadio Da Luz de Lisboa.

Imagino la autovía de Extremadura llena de hermosos y alegres cochecitos con las banderas y las bufandas del Atleti por fuera. En el camino de ida y en el de vuelta. Hayamos ganado o hayamos perdido. Y los trenes, y los aviones. Incluso algún barco deberían fletar desde el Manzanares para que busque el Tajo y se presente hermoso y desafiante en la capital portuguesa. Con velas rojiblancas. La primera batalla se gana ahí, en las calles y en el terreno de juego. En la salud y en la enfermedad. En Primera División y en Segunda.

Luego, el resultado final del partido depende de cualquier golpe de talento o de suerte o de cualquier fallo de cualquier participante..., pero ya sabemos que nosotros en lo primero no fallamos. El aliento. Somos los mejores, sin duda. Hay que enmudecer a la grada contraria. Tienen muchos títulos pero todavía no han aprendido a querer y a animar a su equipo como nosotros queremos y animamos al nuestro. Que aprendan.

Y si suspenden, que vuelvan en septiembre.