Prado, algo más que una promesa

El motocross es algo así como mi pasión secreta. Llegué al periodismo deportivo después de una adolescencia en la que comprendí que no me iba a ganar la vida dando saltos y derrapando, era demasiado malo... Es por ello que mantengo una relación muy especial con esta disciplina, aunque haya dejado de ser una prioridad para mí en favor de otras que reclaman mi interés profesional por su mayor repercusión y los éxitos que aportan a nuestro deporte. Sin embargo, he ido disfrutando de los triunfos que los españoles han conseguido (menos de los que me hubieran gustado) en el Campeonato del Mundo y desde hace algún tiempo me ilusiona la entrada en escena de un chaval de la enorme proyección internacional de Jorge Prado.

No me gustaría precipitarme en mis valoraciones porque el gallego es demasiado joven para saber cuál será su evolución hacia la élite. Pero lo cierto es que su presente no puede ser más brillante, no sólo por un palmarés que ya destaca sino también por la seriedad con la que su familia se ha tomado la trayectoria deportiva de Jorge. Han hecho el enorme esfuerzo de emigrar de España para que el chico se forme en la meca del motocross internacional, la única manera de que su nivel progrese de forma paralela a quienes deberán ser sus rivales en el futuro. Sus resultados siguen siendo muy esperanzadores, así que espero que en unos años podamos continuar hablando de él como una estrella del motocross mundial. A mí, al menos, me hará feliz...