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Este Giro aún no engancha

Muchas veces, las jornadas de descanso de las grandes vueltas generan una especie de ansiedad en los aficionados. A mí me pasa con frecuencia. Te levantas por la mañana y te dices: “No sé qué voy a hacer hoy después de comer sin la retransmisión del Tour (o de la Vuelta o del Giro)”. Al final uno llena el vacío, por supuesto, pero siempre te queda esa sensación de que te falta algo. Hoy estamos en la segunda jornada de reposo del Giro, que excepcionalmente tendrá tres, y no puedo decir que me haya inundado esa sensación, ese vacío o esa ansiedad. Y eso ocurre, en mi opinión, porque esta edición de la Corsa Rosa aún no ha logrado enganchar… Por diferentes motivos:

Yo no soy contrario a que las grandes vueltas salgan del extranjero, al revés. Creo que es bueno llevar el ciclismo a otros países. El ciclismo de élite, me refiero. No es lo mismo celebrar una Vuelta a Irlanda o a Holanda, que tener el mismo Giro (o la Vuelta o el Tour) rodando por tus carreteras. Sería algo así como celebrar partidos oficiales de la NBA o la NFL más allá de Norteamérica. Eso genera afición y abre fronteras y mercados. Por encima de estos fines, lógicamente las grandes carreras lo hacen principalmente por dinero, lo que tampoco es recriminable en una empresa.

Ahora bien, un riesgo de excursiones como la de Irlanda es el cansancio y la tensión extras que han acumulado los corredores. Si a eso le añadimos el ingrediente del frío y la lluvia. Y si a esto último le incorporamos que la lluvia no ha cedido en el regreso del pelotón a Italia, donde además han tenido que cubrir etapas de hasta 257 kilómetros, pues uno puede empezar a entender por qué no ha habido heroicos ataques en lo que llevamos de carrera. O los que ha habido, no han llegado muy lejos. Lo único noticiable, por desgracia, han sido las bajas provocadas por este mal tiempo: Dan Martin o Purito Rodríguez, especialmente.

Así, antes de que llegara la primera etapa de montaña de verdad, la del pasado sábado, el pelotón del Giro se había quedado ya sin algunos de sus referentes y con otro buen puñado de ciclistas intentando restañar sus heridas. Si a eso unimos que las etapas más duras se han concentrado al final, ya tenemos la fórmula completa que lleva al actual escenario de la carrera. Hay cansancio, hay dolor y hay miedo a dar una pedalada de más… Y con cansancio, dolor y miedo, el Giro todavía no engancha… Por mucho que se haya promocionado en el exterior, por mucho dinero que haya ganado y por mucho interés que tenga el diseño del recorrido en su última semana.