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Un partido para suplentes

Después de traicionar el gen competitivo de la entidad tirando la Liga en una semana esperpéntica, ahora ya no queda otra que evitar cualquier problema de cara a la cita en la que Ancelotti y sus chicos se juegan la temporada. Si en los tres últimos partidos, con el campeonato vivo, se ha pensado exclusivamente en la Décima, ya no hay ningún motivo para cambiar el plan de ruta. El partido ante el Espanyol lo tienen que jugar futbolistas que no estén en el pensamiento de Carletto para salir de inicio en Lisboa o, como mucho, alguno que necesite romper a sudar un poquito después de una semana de entrenamiento ligero para recuperar sensaciones.

Lo de la tensión competitiva ya no es argumento válido porque si no se ha mantenido con posibilidades de sumar otra Liga no se va a conseguir en un partido intrascendente. Ya no hay margen para jugar minutos insustanciales o para buscar el lucimiento personal. Las fuerzas que queden (muchas o pocas) se tienen que centrar en el día 24 y la obligación del entrenador es minimizar riesgos. Y la teoría vale también para la Bota de Oro de Cristiano. Si el portugués juega el sábado sería una imprudencia porque lo dará todo para marcar y no ha terminado la temporada tan sobrado como para regalar esfuerzos. Los goles sólo sirven si dan títulos.