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Hay que pasar página: confío en Carlo Ancelotti

En fútbol acostumbramos a dejarnos llevar por las últimas emociones vividas, olvidándonos a menudo de mirar por el retrovisor. Si analizáramos el trabajo de Ancelotti por lo sucedido en los dos últimos partidos ante Valladolid y Celta (el de Valencia no lo cuento porque Diego Alves tuvo una actuación soberbia), es evidente que el cuerpo te pediría replantear su futuro y decirle: “Arrivederci, Carlo”. Sé que hay aficionados que secundarían esta postura. Pero el error sería mayúsculo. Hay que dejar trabajar tranquilo al italiano porque el baile del banquillo nos ha pasado factura en este club en forma de títulos al limbo. A Del Bosque le respetaron durante tres años y medio (noviembre de 1999 hasta junio de 2003) y ganó, sin darse importancia, dos Champions, una Intercontinental, dos Ligas, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España. Casi nada...

Después de interrumpirse el ciclo de Mourinho (no olviden que firmó hasta 2016, pero el club nunca informó de si era despido o dimisión lo del portugués), Ancelotti fue una apuesta coherente. Quedémonos con la mayor: ha metido al Madrid en la primera final de Champions desde la noche mágica de Glasgow (día de San Isidro de 2002). Si en Lisboa vemos cumplido el sueño de la 9+1, sería una aberración seguir dudando de este hombre. Él tiene su parte alícuota en la manera tan lastimosa con la que se ha tirado la Liga. Pero los jugadores no deben irse de rositas. Aquí no hay ni héroes ni villanos. Egos fuera. El Madrid somos todos.