Con Mateu Lahoz hacia un nuevo estilo
El sábado vamos a tener un partido de verdad extra. Un partido de Liga convertido en una final del campeonato, cosa que sólo se da excepcionalmente. Ayer recordaba yo aquí dos casos: la 45-46, Barça-Sevilla (1-1, campeón el Sevilla) y la 50-51 (Sevilla-Atlético, 1-1, campeón el Atlético). Alguien me ha hablado de aquel Atlético-Barça (también 1-1) de la 70-71, pero no era el mismo caso. Ahí había un tercero en discordia, el Valencia, que fue precisamente el campeón pese a perder en Sarriá. Lo de ahora es distinto. El campeón será sí o sí uno de los dos del Camp Nou. No hay tercero en discordia.
Partido de importancia extrema, pues. Se le confía el arbitraje a Mateu Lahoz, buen árbitro, que se distingue de los demás en que deja jugar mucho. Algunos dicen que demasiado. Estilo inglés en suelo español. Bastantes colegas murmuran de él, sobre todo por ser laxo en las tarjetas. En todo caso no es el suyo el estilo que impera aquí, ni el que hasta ahora se ha fomentado, más detallista, incluso puntilloso en ocasiones. Pero si le dan este partido, es que los mandos le valoran. Alguien me pregunta: ¿por qué no se lo dan a Velasco Carballo, el designado para el Mundial? No puede, porque es madrileño.
En todo caso, es una señal de cambio que a Mateu Lahoz le hayan dado la final de Copa y este partido, los dos más agudos del curso. Él ha hecho un esfuerzo en no ir tan por libre en las tarjetas como iba. A tiempo, con estas dos designaciones, el Comité parece estar orientando hacia un modelo de arbitraje de pitar menos y dejar jugar más. Venimos de una cultura arbitral cebollina que produce modelos como ese desdichado Muñoz Mayordomo, que expulsó al médico del Castilla por insistir en atender a un jugador conmocionado. Nuestro arbitraje necesita naturalidad. A ver si hay suerte y empieza a llegar.