Proteger la primavera madridista

Que doce años no hagan olvidar dos semanas. Quiero decir que se puede entender que el madridismo esté totalmente volcado en la final de la Champions después de una espera que se remonta a 2002. Pero no se puede obviar estos quince días que quedan para el desenlace de una Liga donde el Madrid todavía tiene algo importante que decir. Por ello hay que mirar fijamente el partido de mañana frente al Valencia, un rival siempre muy complicado para los blancos. Un resultado adverso no sólo sería definitivo y regalaría el título al Atlético sino que perjudicaría la preparación para la cita de Lisboa. El Madrid está inmerso en un círculo virtuoso y triunfal y cualquier desliz debe ser evitado. Y no se trata de una cuestión de superstición sino de lógica deportiva.

Todos somos conscientes de que el Valencia está muy tocado anímicamente después de su cruel eliminación en semifinales de la Europa League, pero sería un error pensar que van a venir al Bernabéu derrotados de antemano. Los equipos de fútbol son como los seres humanos. No se sabe nunca cómo van a reaccionar después un “palo” gordo. Unos se derrumban, pero otros se rebelan contra el destino y encuentran la famosa “energía de la desesperación”. Esta misma que podría hacer que los valencianistas corran como galgos sobre el césped del Bernabéu. De ahí el trabajo de mentalización que Ancelotti y sus adjuntos van a llevar a cabo en las próximas horas para que nada venga a perturbar la primavera madridista.