El Atleti se topa con su horma

El ambiente en versales, el tifo rojiblanco, el himno a capela por parte de los aficionados del Atlético, el aplauso unánime al Niño cuando se recitó su titularidad, el rugido del Vicente Calderón.. Y luego, el aburrimiento. La incapacidad para alejar el balón del bostezo. El Atlético se dio de bruces contra su horma, un rival molesto que le obligó a llevar la llave y le cerró todas las puertas. Contra Mourinho, que afrontó al Atleti como si se tratara del Barcelona. El Cholo no quiere el balón sino los espacios. Y ayer no había. El de casa, obligado a cargar con la pelota, no los encontraba. No es lo suyo. Y el de fuera ni los buscaba.

El Chelsea jugó a no jugar, a comerse el reloj, perder segundos de cualquier contacto o interrupción en el juego. El Atlético expuso más, pero sin saber por dónde prosperar. No descubrió un agujero. Y ni los saques de esquina, que el Manzanares celebró como si fueran la misma Copa de Europa, le salvó esta vez la vida. Ni insinuó peligro. La destrucción ganó a la creación. Y además silbando. El Atlético de anoche fue poco frente a su retrato. O casi.