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Conviene exorcizar el fantasma de Mou

Bombo de cuartos en Nyon, con tres españoles, dos ingleses, dos alemanes y un francés. Exactamente todos los que quedaron campeones de grupo, todos los que jugaron el partido de vuelta en casa. La ley de bronce la puso en peligro el Olympiacos de Michel, pero cayó en Old Trafford por dos errores puntuales: un penalti innecesario (fuera de casa no se puede atropellar al delantero como hizo Holebas) y un despiste de Roberto (magnífico el resto de la eliminatoria) que se comió ingenuamente el movimiento de pizarrón de Rooney en el tiro libre que completó el ‘hat trick’ de Van Persie.

Pena por Michel, que ha hecho un buen equipo. Consuela recordar que buena parte de la causa fue De Gea, que frenó las mejores posibilidades del Olympiacos con una gran doble parada. El caso es que esta eliminatoria cerró cualquier resquicio a la entrada de un ‘outsider’ en cuartos. Quedan los campeones de grupo. El poder se va concentrando cada vez en menos manos, pasa en cada país, pasa en Europa. Pasa en la vida, con la crisis: los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Eso resalta aún más el mérito del Atlético, que se ha colado hasta aquí con muy poco.

Pero estará en el bombo. Particularmente solo tengo dos deseos: que no haya cruce español todavía y que al Madrid le toque el Chelsea. Sería bueno que el Madrid exorcizara el fantasma de Mourinho de una vez. Entrenador excelente, desde luego, superior a casi todos, pero personaje cizañero que lleva la pelea consigo y que en este caso la ha dejado detrás, flotando en el aire, como un tufo pestilente que no termina de despejarse. Ancelotti, un Del Bosque a la italiana, gana partidos sin armar bochinches. Lo está haciendo tan bien que hasta se le puede perdonar el desahogo de colocar a la familia.