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Cristiano es un coleccionista de récords

Iban dos minutos de juego cuando Kolasinac arrolló a Jesé como un autobús. La caída, la gestualidad doliente, el posterior intento fracasado de caminar, la retirada en camilla con rostros lúgubres alrededor... Todo anunciaba una lesión grave, rotura de ligamentos en la rodilla. El alcance exacto se confirmó pronto y coincidió con esa impresión general: la lesión, rotura del ligamento cruzado anterior, es grave. Jesé, el genio emergente de la cantera, tiene unos meses por delante para repararse. Ya se sabe: operación, inmovilización, recuperación, actividad progresiva. Varios meses, en fin...

Como es el benjamín del grupo, eso pesó sobre el resto del partido. Lo que se anunciaba como una fiesta de ‘veteranos y noveles’, como bien apuntó Valdano en Carrusel, se quedó en una reunión fallida, porque lo de Jesé flotaba en todas las mentes. Este era un partido que tras el 1-6 de la ida no hacía falta sino como fiesta, y fiesta ya no podía ser. Lo que quedó fue Cristiano, que nunca desaparece. Hizo dos goles (iguala los 242 de Puskas en su tránsito por el Madrid) y lleva ya trece en esta Champions. El récord para una sola edición es de catorce, compartido por Altafini, Messi y Van Nistelrooy. Va a por ellos.

El tercero lo marcó Morata, al que le vendrá bien. La irrupción de Jesé le había relegado. Ahora podrá gozar otra vez de la condición de primer suplente del ataque. Para Ancelotti es bueno que esté animado. Ahora se entiende mejor que no le dejara ir al Tottenham: los quería a todos, porque pueden pasar cosas y de hecho pasan. Y hacen falta todos ahora que llega lo serio, y digo esto porque el fútbol se está quedando para unos pocos, muy pocos. La eliminatoria con el Schalke, octavos de Champions ante todo un tercero de la Bundesliga, ha tenido el aire de dieciseisavos de Copa con un Segunda B.