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Quedamos orgullosos del derbi sevillano

Apagué la tele con satisfacción y orgullo. ¡Qué buen derbi! Jugado con pasión por los dos, honrando al fútbol, a la ciudad que representan los dos equipos y a la historia de su larga rivalidad. Un partido bueno de cabo a rabo, desde el inicio con una gran parada de Adán (al que parece que el Betis le sienta sensacionalmente bien) hasta el largo descuento de seis minutos, en el que el Sevilla peleó por mejorar su resultado con tanto ahínco como el que empleó el Betis por mantenerlo. Todo en un marco general de corrección, con escasas intemperancias. Hasta me gustó la reacción contra el idiota de la bengala.

Gran noche sobre todo para el Betis, claro. Salió muy arriba, apretando, y puso al Sevilla en problemas en la primera parte. Pero ya poco antes del descanso empezó a faltarle aire para apretar tanto y el Sevilla, por orgullo y por juego, se le echó encima. Luego, en la segunda mitad, siguió el esfuerzo permanente del Sevilla, con Emery haciendo los retoques oportunos y Calderón reaccionando muy bien en cada caso, moviendo a su vez la pieza conveniente cuando se le complicaban las cosas. Ilusión por las dos partes, calidad, trabajo a fondo de todos, llegadas a puerta, emoción. Un gran partido.

Y bien arbitrado, que también ayuda. El turco Cakir cortó pronto los malos modos y luego dejó fluir el partido, sin alterarlo. Me llamó la atención cómo cortó un conato de bronca separando a los jugadores, en lugar de asaetearlos a tarjetas. Y tuvo pocos errores, aunque sí uno muy visible al final, en una falta a Reyes en la que no le ayudaron ni el linier ni el juez de gol. En fin, un partido para sentirse satisfechos con el fútbol y orgullosos de los dos clubes sevillanos, que por primera vez se enfrentaban en marco europeo. Ganó el Betis y el Sevilla deberá por ello sentirse triste. Pero no avergonzado.