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De Clay a Ali: retrato de una era

Entre octubre de 1960, cuando debutó ante Tunney Hunsaker, y diciembre de 1981, cuando se despidió oscuramente ante Trevor Berbick, en Nassau, Muhammad Ali disputó 61 combates como profesional. Ganó 56. Perdió tres de los cuatro últimos. A finales de 1964, aún respondía al nombre de Cassius Marcellus Clay… hasta que dejó de hacerlo tras su conversión a la Nación del Islam y pasó a llamarse Muhammad Ali. “Cassius Clay es mi nombre de esclavo”, proclamó: hace ya 50 años.

Y a los 72 años, Muhammad Ali, El Más Grande del Siglo XX aún sigue entre nosotros. El Parkinson ha silenciado esa voz que llamó Oso Feo y Perezoso al inquietante Liston y llevaba al paroxismo al no menos inquietante Joe Frazier cada vez que Smokin Joe se veía calificado como Gorila y Tío Tom. “Alguien no te informó bien sobre mí, chico guapo”, soltó Frazier a Muhammad cuando ambos se desgarraban las entrañas en el infierno húmedo de Manila.

Ya no viven Malcolm X ni Elijah Muhammad, sus guías islámicos. Ni su entrenador, Angelo Dundee. Se fueron sus grandes rivales: Liston, Patterson, Norton, Quarry, Cooper, Bonavena… el propio Frazier. Berbick, el hombre que en 1981 cerró la carrera de Ali, fue asesinado en Jamaica. En 1973, Richard Nixon retiró de Vietnam al Séptimo de Caballería. Hoy, EE UU tiene un presidente afroamericano. Fue una generación bíblica: de iconos. Una era de gigantes se resume hoy en aquel que, nacido como Cassius Marcellus Clay aún permanece entre nosotros como Muhammad Ali. Exacto: El Más Grande.