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El caso Neymar se complica

Recién regresado del triunfo en Manchester (que sentó tan mal a Pellegrini que ‘mourinhizó’ de improviso en sus declaraciones), el Barca se encuentra con una mala noticia: el fiscal le pide al juez Ruz que impute al club, como persona jurídica, por un presunto delito fiscal en el fichaje de Neymar. La cantidad defraudada se elevaría a 9,1 millones. El escrito habla de contratos simulados e ingeniería financiera y estima que debió pagar el 24,7% de 37,9 millones escaqueados en ese delta de operaciones que puso en alerta al socio Jordi Cases, el hombre que desencadenó el asunto.

Difícilmente va a salir bien el Barça de esto, aun después de la escapada de Rosell. El fiscal también pide que se extienda la imputación a Bartomeu, Faus y el padre de Neymar. Sobre este último me hacía una jocosa referencia un amigo madridista: si es verdad que le han dado 37,9 millones, resultaría haber sido el quinto fichaje más caro de la historia del Barça, tras los de Ibrahimovic (71 más Etoo), el propio Neymar y los supuestos 57,1 más partidas anexas, Villa (40) y Overmars (39,6). Es una caricatura, pero me gustó. Papá Neymar habría costado más que Ronaldinho y Cesc, por poner un ejemplo.

Tamaño exceso reúne varias causas. Una es la costumbre inveterada del fútbol de sentirse más allá del bien y del mal, cosa que, bajo mi riesgo lo digo, le pasa más todavía al Barcelona que a la media, y sobre todo si detrás azuza el fantasma del Real Madrid. Justo eso ha pasado en este controvertido caso, con el intento del Madrid de cruzarse y la sucesión de iniciativas fantasiosas, imprudentes y hay que temerse que incluso delictivas, que configuraron un agregado indigestible. Y todo por un jugador muy bueno, pero que no era prioridad para el Barça. La prioridad era un central.