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El Valencia y el corazón de la tormenta

El Valencia pidió cambio de escenario de su partido en Kiev y la UEFA se lo denegó en principio, aunque acabó entrando en razón. No es tan grave jugar un partido en campo neutral, no es lo ideal, desde luego, pero no es tan grave. Más grave es forzar a un grupo de gente que no tiene ni arte ni parte en unos acontecimientos tremendos a desplazarse al corazón de la tormenta. En esas condiciones, me temo que el Valencia no hubiera sido el Valencia. Me los imagino contando las horas para el regreso desde el mismo momento de la llegada. No se puede disputar un partido así. Y así acabó entendiéndolo la UEFA.

Más grato es el desplazamiento del Atlético a Milán en ese avión que, buen detalle, lleva a Luis Aragonés en su fuselaje. Luis también jugó esta Copa y estuvo a un minuto de ganarla, y gracias a un gol propio que, aunque no diera el título, entró en la leyenda. Pasadas las tres derrotas, el Atlético ha recobrado el estado de optimismo, se acompaña de 2.500 aficionados, que colorearán Milán, y se lanza al asalto de un histórico. El Milán está en decadencia, pero esas siete Copas de Europa que tiene aún impresionan. El de esta noche será uno de esos grandes partidos europeos que se ven de cuando en cuando.

Como lo fue el de anoche, que el Barça sacó sin demasiados problemas. Es cierto que le ayudó una jugada en la que obtuvo premio excesivo, cuando tras falta a Navas no apreciada se desencadenó la catástrofe para el City: penalti que no era (con el consiguiente gol de Messi) y expulsión de Demichelis que sí lo era. Al Barça le va bien con los arbitrajes en Europa, Míster Chip presenta al respecto una estadística demoledora: gana en penaltis a favor y en expulsiones de contrarios. Juega bien y de paso el sistema infla sus velas, como club modelo que ha conseguido ser. Así que ya está en cuartos.