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¡Y nosotros queriendo los Juegos!

Uno ve la ceremonia de inauguración de los Juegos de Invierno, y queda fascinado. Lujo, fantasía, esplendor... ¡Lo que pudo costar! En un estadio, además, levantado sólo para las ceremonias de inauguración y clausura de estos Juegos. Con un sistema de iluminación jamás visto, capaz de transformar su cara una y mil veces en cuestión de segundos. Luego, esta fabulosa instalación servirá también para el Mundial de fútbol, pero eso será dentro de cuatro años. La cuestión es que se ha levantado de momento sólo para que el mundo viera de lo que son capaces de hacer los rusos. Y alrededor del estadio Fisht, que es como se llama, otros cinco para los deportes de hielo. En Sochi se ha levantado una auténtica ciudad olímpica.

¡Y nosotros queriendo unos Juegos bajo la bandera de la austeridad! ¡Cómo nos han engañado! Decíamos que se podían hacer con 1.500 millones, y lo que hicieron fue reírse de nosotros. Por eso nos mandaron a hacer gárgaras en Buenos Aires. “¿Que para el voleibol íbamos a vaciar el estanque del Retiro y montar allí unas gradas?” “¡Ja, ja!” “¿Que el baloncesto en una plaza de toros?” “¡Ja, ja!” El mundo olímpico lo que quiere es lo que anoche vimos en Sochi. Lujo y grandiosidad por doquier. Fue la ostentación llevada a un grado superlativo. Resultó hasta insultante en estos tiempos en los que el mundo se aprieta el cinturón. Ayer, sí, sentí vergüenza del movimiento olímpico. Estos Juegos, por cierto, van por 37.000 millones de euros.