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Súper Llull impidió un problema

El partido fue perro de verdad. Perro hasta el extremo de que el Madrid se disponía a afrontar un final inédito esta temporada. De los que se resuelven a cara o cruz. Hasta ahora el Madrid los había ganado todos con solvencia, sin llegar apretado al último minuto, y el que perdió en Moscú lo había perdido con claridad. El Maccabi, un equipo con oficio donde los haya, iba a poner a prueba el temple del Madrid en esos minutos de la verdad, donde la victoria o la derrota se decide en cada jugada. Los últimos 3:40 minutos duraron 11:23. Faltas, tiros libres, tiempos muertos, pérdidas... Los empates se sucedían en el marcador. Nervios, tensión, el Palacio era una olla, y en esto aparece Llull. Un triple, otro, dos tiros libres, un robo... ¡Súper Llull!

Ese minuto final que iba a parecer un drama se convirtió en un paseo. El Madrid entró en él fiel a su estilo: dominando el marcador. Cuatro puntos de ventaja, que segundos después fueron seis. El Maccabi bajó los brazos y esperó el final. La apoteosis. Llull, Súper Llull, había sacado al Madrid del apuro, de ese final en el que el Maccabi podía ser mucho Maccabi. La derrota hubiera sembrado dudas, porque si después de perder con el CSKA se repite la historia con el Maccabi, la conclusión hubiera sido que el Madrid tiene un serio problema con los rivales que le plantan cara. ¡Ojo! No hay nada resuelto. La Euroliga va a ser dura, durísima incluso, pero ayer se ganó, porque el baloncesto también es de los jugadores, y el Madrid tuvo al mejor: Súper Llull.