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Platini, Ribéry, Cristiano y Messi

A Platini no le ha gustado, a Ribéry tampoco. Se entiende lo segundo muy bien, y también lo primero, por paisanaje, pero me parece que Platini se ha excedido un poco, al acusar a la FIFA de estropear el premio. Dado su cargo, se agradecería que fuera más medido. Pero es que Francia aún tiene conciencia de que este premio es invento suyo, y este año sentía que podía ser para uno de los suyos, Ribéry, el mejor jugador del mejor equipo. Sólo que es un premio individual. Un premio individual en un deporte de equipo. Eso se presta a discusiones. Siempre las ha habido, no nos extrañemos ahora.

Así nos sentimos en España cuando tras el Mundial ganó Messi, frente a Xavi e Iniesta. Entonces ocurrió, supongo, que los dos últimos dividieron el voto. No es que sean idénticos, pero sí lo bastante parecidos: mismo club, misma selección, mismo tono de juego y vital, misma estatura. Y Messi es uno, sin parecido a ningún otro. Ahora lo que le ha ocurrido a Ribéry, simplemente, es que Cristiano es mejor, y esa evidencia ha pasado por encima de la carencia de títulos del Madrid. Cristiano juega de lo mismo que Ribéry, y eso hace la distancia más evidente. Tanto que entre uno y otro ha quedado Messi.

Es natural que se discuta del Balón de Oro cuando se concede. Siempre pasó. La novedad es que se discuta desde meses antes, como pasa ahora. Es una más de las deformidades que ha producido la rivalidad Madrid-Barça de estos años que, con Cristiano y Messi, ha hecho del Balón de Oro un título más en disputa, y yo diría que de importancia intermedia entre la Liga y la Champions. La forma en que Cristiano quebró emocionalmente explica cuánto lo deseaba. Como lo deseaba el madridismo. Aquí nadie pensaba en Ribéry. Aquí era Cristiano-Messi, Madrid- Barça. Siempre es lo mismo.