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La duda no ofende

El fútbol está hecho de dudas. Y la duda no ofende. Hace algunos años, en medio de la marcha triunfal del Barça, alguien le dijo a Guardiola:

-Fíjate, estoy tan seguro de que vamos a ganar que no tengo ninguna duda sobre el resultado.
El legendario constructor de lo que sigue siendo el Barça de hoy replicó:

-Pues haces mal. Sólo si se duda se puede ganar.

La certeza genera arrogancia, una de las peores lacras del fútbol.  En la historia hubo arrogantes insoportables, como Helenio Herrera, que era simpático sólo cuando quería, y humildes igualmente inolvidables, como Vicente del Bosque. En medio estaban gente como Kubala, que era un santo, y Di Stéfano, que era santo y seña del Madrid pero que no tenía entre sus virtudes la de la duda.

De modo que ahora que se ha puesto de moda arrojar dudas con respecto a todo lo que hace Martino tiendo a pensar que no debe estar demasiado mal este periodo de adaptación del argentino al turbulento lenguaje barcelonista si lo que ha conseguido es que alrededor se hable más de sus dudas que de sus certidumbres. El Barça tuvo hermosos destellos en un partido que pasará a la historia como un desastre, el de Pamplona; jugó fatal, según las crónicas, ante el Rayo, y ganó 0-4; y ahora ha empatado en Milán en una competición más dañina que un cólico. Si esos encuentros hubieran sido el disparate que ahora se dice que fueron probablemente Martino estaría ya viviendo bajo las ruedas de un camión roto en su Rosario natal. Es posible que el entrenador tenga dudas, quién no las tiene; pero, hombre, dejen que empiece a perder para convertir ese síntoma en la noticia de un fracaso.