Cuidar a los símbolos es inteligente
La actual directiva del Málaga ha hecho un esfuerzo descomunal para reflotar al equipo y recuperar la memoria de sus más grandes emblemas. Viberti, Migueli y Benítez tienen una puerta de entrada en La Rosaleda con su nombre. Antes esto no se hizo con nadie. Este respeto a la memoria histórica ha servido para que las nuevas generaciones descubrieran que muchos de sus mayores dieron la vida por los colores blanquiazules. Grandes jugadores disfrutaron en una ciudad inigualable y con un equipo que, hace pocos meses, hizo historia. A pesar de que volaron, las ganas de que los símbolos sigan merece un aplauso. En este sentido, la renovación de Jesús Gámez es un notición. Que los buenos jugadores no emigren es lo mejor que le puede suceder. Seguro.
Manuel Pellegrini, idolatrado exentrenador del Málaga (ahora leo que quiere llevarse a Willy Caballero o al niño Brahim pese a asegurar que nunca 'perjudicaría a los blanquiazules') detuvo la renovación de Duda. Weligton se ha perpetuado porque se lo merece; Jesús Gámez, malagueño, ha podido irse al Atlético, al Hamburgo o al Cardiff. Se quedó. Portillo es la joya de la casa El fútbol se ha despeñado en el aspecto económico y sólo el Real Madrid o el Barcelona compran a lo bestia. El Málaga ha tenido que vender para sobrevivir. Pero los que ahora gobiernan al Málaga han mostrado un respeto hermoso por sus ídolo que antes no se vio. Gámez es uno de ellos. El Málaga, en sus circunstancias, debe seguir creciendo, pero el pasado engrandece.