Transmite seguridad y optimismo
Tengo la sensación de que Juan Ignacio Martínez se las sabe todas en este negocio futbolístico. Es consciente de que, más allá del trabajo bien hecho, del buen o mal fútbol practicado, de los apoyos o críticas que le puedan llegar, al final son los resultados los que garantizan la continuidad o ponen en la calle a un entrenador. Juan Ignacio sabe que la tranquilidad que se vive en Valladolid es de verdad pero no lo será para siempre si el equipo no empieza a ganar. Él mismo reconoció ayer que ganar un partido de ocho es un mal balance en cuanto a números y está volcado, únicamente, con romper esa dinámica negativa este domingo por la noche en Zorrilla y ante el Sevilla. No quiere ir más allá en sus previsiones.
No es un hombre al que le gusten especialmente los focos de la Prensa, lo que no hay que confundir con un carácter áspero o poco comunicativo. Todo lo contrario. El actual entrenador del Valladolid es un hombre locuaz y dicharachero, con el que es muy fácil mantener cualquier tipo de conversación porque no elude temas. Entre la Prensa y la gente del fútbol se trata de mantener una relación profesional y de respeto mutuo, sin mayor implicación que la de compartir cosas en común de cara a facilitar a los aficionados la mejor información posible. Y no hay más. Los extremismos nunca llevaron a buen puerto, ni son buenos.