Cristiano, Di María y al final, Casillas
Cuatro goles y de postre, Casillas, que con tres paradas finales cantó las diez de últimas. Como era de suponer, el Copenhague se llevó una goleada y, de paso, parte de la inquietud que venía agobiando al Madrid, y de la que tuvimos un reflejo en los prolegómenos: Morata no estaba en la lista, pero de repente se cayó de esta Casemiro y entró el canterano. Mejor. Hágase el milagro y hágalo el diablo. Si después de cómo estaban las cosas Ancelotti llega a dejar a Morata en la grada, no sé qué hubiera pasado. Por cierto, y curioso: aun destinado a la grada, pasó por delante de Jesé a la hora de entrar como recambio...
En todo caso, un partido cuesta abajo, que el Madrid jugó mejor en la segunda mitad que en la primera. Ancelotti pasó del 4-4-2 al 4-3-3 que le da más su sitio a Cristiano, estupendo, como Di María al otro lado. Se repartieron los goles y el segundo, marcado por el portugués a centro de rabona de Di María, fue una hermosura. La jugada pasó además por el tacón de Benzema, que dejó ese detalle, muletazo de cartel, y nada más. Ancelotti le mantuvo incluso a la entrada de Morata. Luego se fue, para dar paso a Jesé, entre división de opiniones. Aún hay gente que cree en él, no sólo el presidente.
Y cuando estábamos recogiendo apareció Casillas, que en la primera parte había fallado en un balón alto que se estrelló en el larguero. Ha recuperado la suerte, pensé, porque el fallo no fue penalizado con gol. Y, en efecto, al final tuvo hasta tres oportunidades para evitar el gol, muy seguidas y sobre la hora, con lo que el partido acabó entre un clamoreo de su nombre. “¡Iker, Iker..!” Buen final para una noche grata, una goleada (para mí esa palabra sólo vale a partir de cuatro) contra la crisis. Los goles dan paz y fe, aunque sean conseguidos ante equipos menores. Y al fin y al cabo, lo de anoche era Champions.