El dilema de pisar o no la pelota
Las botas de siete leguas de Baptistao son la prueba de que el Atlético ha ganado fondo de banquillo, un recurso que no tenía. Pero está sin acabar. Leo es un jugón de barrio que se está haciendo futbolista. Un proceso tan necesario como peligroso. Porque el chico debe ganar físico y táctica, oficio, insistir en su aprendizaje de la presión y la persecución al lateral, pero no perder esencia. Lo suyo es el regate, el instinto burlador de quien entiende este juego como un ejercicio de sortear rivales.
Y como procede del fútbol sala, pisar la pelota y tirar caños los lleva cosidos a su documento nacional de identidad. Esas cosas que tanta alergia provocan en los entrenadores. También en Simeone, a quien no se le puede discutir que mejora a los futbolistas que maneja. Al brasileño ya le ha dicho que se deje de pisar la pelota. Pero Baptistao, al que conviene perfeccionar no convertir en otro, es justo eso. Además de potencia y zancada, virguería con el balón. El combate está ahora en su cabeza: cómo obedecer al jefe sin renunciar al gen.