Bale y todo lo que reluce

Bale y todo lo que reluce

La espera convirtió a Bale en un elefante de oro; se desplazó con muchos abalorios y ahora, en medio de la gloria, empiezan a dudar de sus galardones. Ayer el Herald Tribune, que sólo abre a tres con fútbol en su amplísima primera página si se ha producido un estruendo, le dedicaba al suceso no sólo una información amplia sino una duda muy precisa. En el historial de grandes fi chajes (Zidane y Figo al Madrid, Ronaldo del Barça al Inter y, sobre todo, Cruyff del Ajax al Barcelona) hay un número altísimo de éxitos y algunas incógnitas que nunca lograron ser despejadas (como el de Ibrahimovc por el Barça, por ejemplo). Y el periódico global norteamericano sitúa a Bale entre estas interrogantes. Todos, dice el periódico, florecieron, resultaron ser goleadores imponentes y además se convirtieron en líderes de sus equipos. Zidane, sin ir más lejos, sigue siendo líder del Madrid, ahora ayudando a Ancelotti en el banquillo más difícil de Europa.

A ese banquillo tiene que mirar Bale. A nadie se le escapa, y el Herald no iba a ser una excepción, que entre las dificultades que tiene el inglés de oro para relucir como pretenden él y la directiva hay una dificultad que vive en casa, Cristiano Ronaldo. Las razones no son futbolísticas, nadie duda de que dos grandes hacen uno aún más grande. La cuestión es psicológica: ¿quién manda en estos egos aún adolescentes? Ahora la discusión (española) es lo que de veras costó Gareth Bale frente a lo que costó en su día Cristiano Ronaldo. Pero eso se maquilla, como dice Alfredo Relaño. La mecánica administrativa de los clubes está adiestrada en la trampa financiera; el problema es que aquí no existe sólo la directiva. También está el jugador, y los intérpretes de los deseos del jugador. Nadie sabe cómo se le puede arrancar una sonrisa a los héroes que ya dijeron en su día por qué se ponían tristes. El Madrid, insinúa el Herald o cualquiera que tenga dos dedos de frente, ahora tiene que hacer malabarismos para tener contenta a demasiada gente. Y dos elefantes de tanto oro son demasiados.

“No es fácil juzgar si Bale vale lo que cuesta”, viene a decir, casi en un juego de palabras español, el periódico de mayor referencia mundial. Cuenta el periódico que, en medio de una ovación por el juego de Zidane, cuando éste era héroe en el campo, alguien le susurró a Florentino Pérez: “Zizou es grande, pero Di Stéfano fue mejor”. Los términos de la comparación van a estar ahora en el campo; estos futbolistas no miden sólo sus salarios; se fijan en lo que dice la grada, en los cíceros de los periódicos, en las miradas del entrenador, en los suspiros de los directivos. En lo que dicen sus parientes. Menuda tarea se ha puesto encima el Madrid: para ser como el Barça y tener dos elefantes casi iguales ha puesto las cabezas de quienes mandan a disposición de la peor de las migrañas, la que demanda mimo a todas horas.

Ellos dirán luego si les valió la pena tremendo dolor de cabeza.

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