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El miedo del portero al banquillo

Le faltó a Peter Handke (El miedo del portero al penalty) el otro miedo del portero. Al banquillo. Me dijo un reputado comentarista que los porteros enloquecen en el área chica, muriéndose de frío o leyendo, como en el célebre póster del portero uruguayo que leía a Onetti. Me dijo: lo primero que hacen esos porteros es cambiarse el pelo. Cuando vi ayer en Twitter que Pinto preparaba un partido en el que iba a estar, otra vez, en el banquillo, mostrando sus trenzas sentí que, en efecto, el banquillo da para mucho.

Lo que pasa ahora con Iker es insano, porque no responde a una razón lógica del fútbol. El efecto que eso debe estar teniendo en el ánimo del futbolista ha de ser devastador. Lo extraño es que Casillas no haya roto a hablar, o a cambiarse de pelo. Poco hace para lo mucho que sufre.

¿Y Diego López? Lo que sucede con él también es insano. En circunstancias normales, en algún momento él sería el titular. Pero ni el entrenador actual ni el antiguo entrenador (que fue el que inauguró este sainete) han cuidado los tiempos, y por tanto han alterado la psicología. Que ahora se reciba en los campos a Diego como un impostor es injusto. Pero es que la otra injusticia no se ha reparado: Casillas tendría que haberse marchado cuando le tocara, no cuando la directiva o sus delegados decidieran cumplir los designios de aquel dedo.

Existe el miedo del portero al banquillo; pero existe también el miedo del titular a lo que sienta quien está en el banquillo. Sería sensato que el Real Madrid pusiera en su sitio la historia. Para que ninguno de los dos enloquezca.