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Ruth: cuanto más mayor, mejor

Ruth Beitia ha conseguido a los 34 años la gran medalla de su vida. El año pasado, con 33, fue oro en los Europeos, pero nada que ver la competencia que tuvo entonces con la que se ha encontrado ahora. En Moscú compitió contra lo más granado del salto de altura, nada menos que contra el podio olímpico al completo: Chicherova, Barrett y Shkolina, quienes en los Europeos se reservaron para dar lo mejor de sí mismas en los Juegos. Ruth no pudo reservar nada el año pasado, porque ya no tenía nada que guardar. Con 33 años, presentía su retirada. En los Juegos fue cuarta y dio por buena su carrera deportiva. Cuando meses después, de acuerdo con su entrenador, decidió seguir, mostró un camino que otros atletas deberán tener en cuenta.

Un atleta puede estar aprendiendo hasta los treinta, y a partir de ahí recoger la siembra. Es lo que ha hecho Ruth Beitia. Su palmarés lo confirma. Cuanto más mayor, mejor. La experiencia comienza a ser un valor muy importante. Se dosifican los saltos y el esfuerzo; se aprende a manejar la presión como un factor positivo. Sin saltar más que antes, se consiguen mejores resultados. Eso es la maestría. Maestría que llega con el tiempo y con mucha humildad. Sin prisas y sin intención de alargar una carrera para seguir cobrando becas. La motivación sólo puede estar en el trabajo bien hecho, en la búsqueda de la excelencia. La medalla será una consecuencia, no un objetivo. Es la lección que nos ha dado Ruth. Veterana, no; ¡maestra!