"Joven, alístate al ejército, que verás mundo"
Hubo un tiempo en el que los gobiernos decían a imberbes incautos, "joven, alístate al ejército, que verás mundo". Ahora, esa divisa la han adoptado los equipos de fútbol, pero la aplican a jóvenes y no tan jóvenes. Martino, Pautasso y Paolorroso son un ejemplo. Uno no sabe si antes habían visitado los Santos Lugares o si son creyentes, pero me los imagino llegando de noche deshechos al hotel y comentando. "Muy bonito el viaje, pero a ver cuándo nos ponemos a laburar".
Lo mismo puede aplicarse a los jugadores, que llevan un tute de campeonato, y que cansados de ir de un lado para otro en autocar escoltados por un escuadrón del Mossad que podría invadir sin ayuda de nadie un país mediano, tienen que aguantar unos plúmbeos discursos que les llevan a dar unos bostezos capaces de desencajar mandíbulas.
Los periodistas también estamos en la misma tesitura. En dos días hemos visto a los jugadores de lejos y aún no se ha sentado ninguno en rueda de prensa. Eso sí, nos hacen estar en los sitios dos horas antes que los protagonistas.
Entre el calor sofocante y los ratos que pasan en el bus en los interminables atascos de Jerusalén, los jugadores sólo se despiertan cuando hacen los clínics. En parte, porque se visten de corto, que es lo que les gusta y también porque en estos países, vale para Palestina y para Israel, tienen un serio problema con el volumen. Les une el ruido. Cada entrenamiento o acto del Barcelona se desarrolla bajo el manto de una megafonía insoportable y con unos speakers que aúllan como gorrinos el día de San Martín.