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Illarra pone el equipo; la Real, el precio

Le gusta repetir a Cerezo, mitad por retratar la realidad, mitad porque en algún caso le ha venido bien para explicar fugas impopulares, que un futbolista juega donde quiere. No siempre sucede (Agüero está en el City), pero sí en la inmensa mayoría de los casos. Y sucede porque el comprador se acerca mucho o todo al precio que pone el vendedor, siempre en situación de ventaja, que cuanto mejor es el futbolista más aplica el manual de la resistencia interesada: primero, no está en venta; después, se remite a la cláusula con aire ofendido; y finalmente alarga la negociación poniendo mala cara para que la afición quede convencida de que la fuga es ajena a su voluntad y queda magníficamente compensada.

En estas estamos con Illarramendi. El futbolista quiere jugar en el Madrid y el Madrid está dispuesto a mejorar la cláusula para llevárselo sin desatar una guerra con la Real. Florentino lleva tiempo comprometido con la política de comprar sin molestar. Y por lo que trasciende de la negociación, Aperribay estaba dispuesto a cerrar la operación. Ahora ha frenado en seco, sospecho que para que no parezca que se ha rendido a la primera. Tiene elecciones en diciembre. Pero Illarramendi jugará donde quiere al precio que la Real quiere.