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Una buena gestión... de la miseria

Podemos consolarnos con la evidencia de que pudo ser peor, valorar que Alonso ganó cuatro posiciones desde la parrilla a la meta, pensar que Ferrari no estaba tan desencaminada con su estrategia o ser optimistas recordando que el asturiano se mantiene segundo en el Mundial. Pero la realidad es que lo que vimos ayer en Alemania fue simplemente una buena gestión... de la miseria de Maranello: un coche que sigue sin ser rápido en calificación y que ahora, además, tampoco parece serlo en carrera. Que Domenicali y sus estrategas se planteen inventos como calificar con los compuestos duros es simplemente la constatación de que el F138 no exhibe el nivel exigible y hay que improvisar para intentar sorprender, esperando que el viento sople a favor...

Escuchar a Alonso decir que sus esperanzas pasaban por un coche de seguridad en la primera vuelta asusta. Es lanzar una moneda al aire deseando que salga cara, un brindis al sol que nada tiene que ver con la excelencia que se supone en un equipo de leyenda. Luego sale a relucir un pilotazo que hace lo que puede con lo que tiene, pero encomendarse a un milagro cada domingo no parece, en modo alguno, el camino hacia la gloria. Lo peor es que las carreras se suceden y Vettel sigue ampliando su ventaja, con lo que las oportunidades de remontada se esfuman de forma paralela. Y en tres semanas llega el GP de Hungría con un cambio significativo en los neumáticos y que puede ser perjudicial para los intereses de la Scuderia. Lo que nos faltaba...