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El dislate del baloncesto de clubes

Mientras el baloncesto de selecciones ocupa la actualidad del verano con sus competiciones, el de clubes anda programando la próxima temporada. Lo que estamos viendo no dice mucho en su favor, porque a la hora de jugar priman otros criterios por encima de los deportivos. La ACB confirmó el viernes que el Lagun Aro no descenderá; si tampoco lo hiciera el Manresa, por segundo año consecutivo no tendrá ningún significado ocupar los dos últimos puestos de la Liga. En cuanto a la Euroliga, que el jueves celebró su sorteo, quedó de manifiesto el favoritismo que suponen las plazas fijas, porque han otorgado un puesto al Unicaja, noveno clasificado en la Liga española, y otra también al Baskonia, quinto.

El CAI y el Gran Canaria, tercero y cuarto en la Liga, respectivamente, son considerados equipos de segunda categoría. Fueron invitados a jugar la Eurocopa, y el club canario renunció, como ya hizo la pasada temporada por la falta de rentabilidad de este torneo. Su plaza fue ofrecida al Obradoiro, octavo de la Liga, que también declinó la invitación por los mismos motivos. A este paso, quien no juega en Europa es porque no quiere. Un desatino, porque esto lo que hace es devaluar la competición, pero la Eurocopa necesita equipos después de haber aprobado que pasen de 32 a 48. Sería bueno que el baloncesto de clubes dejara de crecer artificialmente y recuperase el sentido común. Así, ni es deporte ni es negocio.