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El viaje más corto de la memoria

Imagino el rostro alarmado de grandes memorias del fútbol -Gonzalo Suárez, Serrat, Garci, Rodríguez Lafuente, Candau, Relaño- al observar qué corto es ahora el viaje por la historia de los grandes de este deporte. Resulta que preguntas quiénes son los mejores y salen los más recientes. Que gane Messi por encima de Di Stéfano, de Kubala, de Gento o de Suárez, o de otras leyendas, significa que ya sólo responden estos cuestionarios aquellos que nacieron anteayer y que la generación que vio el fútbol en la radio o en blanco y negro ya no tiene nada que añadir a las listas de los astros.

La memoria del fútbol no es de otra manera. Messi es un resplandor al que aún le quedan luces. Como lo es Cristiano. Pero, ¿es mejor cualquiera de los dos que nuestros mejores? Muchos de los que recordamos a Di Stéfano lo vimos jugar muy poco, cuando la televisión empezó a funcionar, o a través del No-Do. Pero nuestra memoria funciona a golpe de recuerdos radiados, y entonces aquella delantera que conducía don Alfredo daba miedo y entusiasmaba al mismo tiempo. Y la memoria devuelve ese nombre -como el de Gento, como el Puskas- como si estuviera presente aún. La televisión ha convertido la memoria en algo que funciona sobre lo que acaba de pasar. Y ahí Messi -perdón, cristianistas- es imbatible.