Los chicos lanzan al cielo a Julen Lopetegui, el hijo del aizkolari que no quiso ser Urtain. España, que acaba de asombrar en la Confecup con su juego ante Uruguay en la categoría mayor, ganó ayer el Europeo Sub-21. En cierto modo, una deuda que este grupo tenía consigo mismo, tras el cante en los JJOO. Este equipo valía un título, cualquier título que se le pusiera a tiro, y ya lo tiene. Ha ganado este europeo con una superioridad aplastante. Además de llevarse el premio gordo, se llevará los otros: Morata, máximo goleador, Thiago, hombre de la final e Isco, previsiblemente MVP.

Son el relevo de los que están ahora en el primer plano. Y así como estos son más de once y en cada partido tienen que quedar fuera jugadores extraordinarios, muchos de ellos estrellas de la Premier, en este grupo también hay más de uno por puesto. España ha ganado con Morata saliendo casi siempre desde el banquillo, con Carvajal, mejor lateral derecho de la Bundesliga, de suplente, con Canales lesionado, con Muniaín entrando a ratos... Un pelotón de jugadores excelentes metidos en un ambiente magnífico, en el que no se han detectado recelos ni malas caras entre los que juegan y los que no.

España da buenos futbolistas gracias sobre todo a que ahora cultiva otra cosa. Hubo años en los que en las canteras salían adelante los más altos, los más fuertes. Desde hace un tiempo los que salen adelante son los más ingeniosos y los de más técnica, los que mejor juegan, sea cual sea su físico. Este país admiraba a Brasil pero cultivaba otro tipo de fútbol en su canteras y en su equipo nacional. Ahora ha encontrado su camino y vive tiempos felices. La generación Xavi, Casillas, Iniesta y demás va cumpliendo años, pero la preocupación ante esa evidencia se hace menor al contemplar lo que viene.