Ante un rival poderoso, la única alternativa posible es esperar sus debilidades, identificarlas y aprovecharlas. Y aunque es evidente que las estadísticas están para romperlas, el GP de Canadá nos invita a pensar que el rendimiento de Red Bull pudiera resentirse como ya lo ha hecho en sus anteriores participaciones en Montreal. Son llamativos los desastrosos resultados de sus pilotos en este escenario, sin victorias y con sólo tres podios, sobre todo tratándose de una escudería con el exitoso palmarés de la que nos ocupa. Insisto en que este dato no tiene ningún valor vinculante, desde luego, pero por aquello de agarrarse a un clavo ardiendo (aunque la situación no es, ni mucho menos, desesperada por el momento) no estaría mal que la racha continuará el próximo domingo en favor de los intereses de Fernando Alonso en este Mundial.

Si a esta circunstancia sumamos que las carreras impares, como esta séptima que llega, parecen las favorables para el asturiano durante la presente temporada, los antecedentes invitan al optimismo de cara al reto del Gilles Villeneuve. Por desgracia, son sólo datos, indicios que no tienen que cumplirse necesariamente, así que será mejor confiar en que el Ferrari se muestre al buen nivel que ha venido exhibiendo a lo largo del año, excepción hecha del fiasco de Montecarlo. Sería importantísimo que la brecha entre Vettel y Alonso no siguiera ampliándose, no olvidemos que el tiempo pasa y en Canadá habremos superado un tercio del campeonato. Cierto es que un fiasco del alemán volvería a poner las cosas al rojo vivo, pero por la misma regla de tres uno del español le dejaría bastante descolgado de la cabeza. Vamos, que cada resultado alberga en sí mismo una trascendencia significativa que obliga a no bajar la guardia en ningún momento. Ojalá en este caso los pronósticos sí se cumplan…