Densa bruma en la hierba
La madre de Rafael Azcona, el célebre guionista de Logroño, le decía a su familia, en medio de la fiesta, para mitigar las celebraciones: "Ya lo pagaremos". Durante algunos años, en el Barça todo ha sido fiesta. Ahora lo estamos pagando. Se fue Guardiola, con el rostro en la niebla, empezaron las desavenencias en el campo y, aparte de otras desgracias más serias, se dio a conocer ultimamente que el vestuario no era el paraíso.
Lo estamos pagando. Fue muy celebrada la vuelta de Abidal. La directiva le exhibió como emblema, por su recuperación y por su arrojo. Ahora Abidal ya no es del Barça. Su despedida, entre amigos y entre lágrimas, es un símbolo de lo que decimos: la Liga acabó bien, pero la vida va mal. Víctor Valdés escenificó, ante sus compañeros, pero desangelado, porque el club no quiso saber nada de él, su disgusto o su desapego o su cabreo. Después, el capitán Puyol, que es depositario de la esencia y del escudo, intentó explicar lo de su operación.
Cuando en el fútbol se pone en palabras la controversia, cualquier explicación emborrona aún más. El Barça ha terminado la temporada con demasiadas preguntas, en un ambiente de aquelarre triste. Los aficionados tendemos a confundir nuestro sentimiento con los del club que queremos. A veces nos llegan mensajes sobre la realidad: los clubes son empresas y los futbolistas a veces nos ponen sobre aviso. Lo que de verdad ocurre es que ellos no son tan aficionados como nosotros. Ahora hay bruma en la hierba.