Mugello, un circuito que impresiona

Si me obligaran a elegir un único circuito de los que conozco y que forman parte del calendario del Mundial de motos me pondrían en un compromiso serio. Son varios los que me gustan, cada uno en su estilo o por una determinada circunstancia. Sin embargo, el que más me impresionó en su conjunto en su día, lo que podríamos denominar como el circuito total, fue Mugello. Es propiedad de Ferrari y quizá por este motivo allí se respira la grandeza y la tradición del deporte del motor a partes iguales. Cuando yo estuve allí por primera vez, a mediados de los 90, sus instalaciones acababan de ser remodeladas y eran de las mejores de su estilo. Además, el entorno natural de la pista, en plena Toscana italiana y cerca de Florencia, resulta encantador.

De todos modos, lo más imponente de Mugello, sin duda alguna, es su pista. Como tiene que ser. La verdad es que hay que estar allí para hacerse una idea de la magnitud de sus interminables curvones, su rapidez, sus desniveles, esa anchura del asfalto que admite trazadas imposibles... Un carrusel de emociones que pone a prueba a hombres y máquinas como pocos circuitos pueden hacerlo. Y todo con carácter propio, con una fuerte personalidad,  lejos de los modernos trazados diseñados por ordenador que tanto se parecen unos a otros y carecen de sus encantos. Estoy convencido de que el domingo disfrutaremos de nuevo de grandes carreras allí, es el escenario ideal para que así sea.  Sólo hace falta que la amenaza de lluvia no arruine la fiesta...