Otro ridículo en el caso de Marta
Una vez más, desde fuera nos sacan los colores. Ha tenido que ser la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) quien abra un expediente a Marta Domínguez por un presunto caso de dopaje. Aquí no hemos sido capaces o, lo que es peor, hemos hecho la vista gorda. Y no sería por falta de indicios, porque no sólo se ha visto involucrada en la Operación Puerto, sino que la Galgo fue dirigida directamente hacia ella. El caso se archivó, pero la jueza señaló que la atleta había sido sujeto pasivo de dopaje. Pese a todas estas evidencias, la Federación Española no actuó; tampoco, el Consejo Superior de Deportes; ni la Agencia Estatal Antidopaje, que ya me empiezo a plantear para qué la queremos, porque no coge una.
En el caso de Marta Domínguez todo el mundo ha quedado fuera de juego. Hasta el COE, que ofreció su sede para que la atleta se defendiera en una conferencia de prensa. No digamos ya su partido, el PP, del que Marta Domínguez es senadora. Todos callan, todos miran hacia otro lado. La atleta, la primera; cuantos la rodean, después. Especialmente vergonzoso el papel de Odriozola, presidente de la Federación Española, quien en 2006 clamaba porque las atletas rusas corrían con los niveles de hematocrito y hemoglobina por las nubes. Pues a la vista está de que nos ha sucedido lo mismo, y él no se enteraba o no se quería enterar. En cualquier caso, un motivo más para pensar que aquí la tolerancia cero seguirá siendo una entelequia.