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Tres postes nos exiliaron de la justicia futbolística

Han pasado 24 horas del presunto Waterloo copero, pero me resisto a ver el cielo negro por mucho que nos estén invadiendo las famosas aguas de mayo. Si yo fuera marciano, nacido en Urano, y fuese la primera vez que viera un partido de fútbol en la Tierra, al término de los primeros 90 minutos hubiera afirmado: "Qué buenos son estos terrícolas del Madrid y qué suerte han tenido estos del Atleti". Ya sé que lo fácil es agarrarse a la diferencia de presupuesto y al factor campo. Pero reconozcamos que es difícil buscar en el océano de la memoria una final en la que el mismo equipo sufra tres postes seguidos. El madridista no es llorón ni suele agarrarse a las circunstancias, pero reto a quien quiera a mostrarme finales de Copa o de Champions League en las que un equipo pierda el título tras enviar tres disparos a la madera.

El madridismo llora en silencio, no busca excusas y asume su infortunio. Pero eso es tan cierto como que en la final ante el Atleti hubo fenómenos paranormales. A Cristiano le hicieron once faltas (aunque el descarado de Clos Gómez sólo castigó seis) y al final tener la vitola de favorito y de anfitrión sólo le sirvió al equipo de Mourinho para ser víctima de su privilegiada condición.
Esos postes revelan el espíritu ambicioso de un equipo que sobrevivió al hastío emocional de su entrenador para intentar hacer feliz a una afición que se merecía un desagravio tras lo sucedido en la Champions y en la Liga. Por mucho que Mourinho intente disimular, el madridismo de toda la vida ha entendido que su técnico dejó tirados a sus legionarios a la hora de la verdad. Si hubiese jugado Casillas, posiblemente estaríamos hablando de la Copa número 19. No critico a Diego López, sólo valoro como merece al mejor portero de la historia del fútbol. Y si mi admirado Albiol hubiese sido el cuarto central como la temporada pasada, habría jugado el castigado Pepe y, en ese caso, es más que posible que en la impresionante acción técnica de Falcao, le habría dado una patada al colombiano y habría taponado la acción del 1-1. Mou trasladó sus cuestiones personales al campo y eso nos ha costado una Copa menos a los madridistas. Mi padre me enseñó siendo niño que un jefe debe aplicar el criterio de la disciplina y la justicia sin que eso afecte al balance de la empresa.

Ahora sólo vale mirar al futuro. Florentino reunirá hoy a la Junta Electoral para planificar el calendario que determinará cuál es el cuaderno de bitácora del próximo presidente del Real Madrid. No parece que vaya a tener oponentes el actual mandatario y eso le obliga a ser más exigente que nunca consigo mismo. El madridismo quiere ver al Florentino que traía a los mejores (Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham...). Pero una vez que se va Mourinho, al presidente hay que exigirle que renueve a Cristiano Ronaldo y que asegure una candidatura para el banquillo que se gane el respeto de la afición y del vestuario. El Madrid está por encima de los nombres. Dudar de ello, es una herejía.