Clos Gómez tendrá que lidiar con dos miuras
Cuando se tiene un partido importantísimo como esta final de Copa, y además el aliciente de ser en Madrid donde seguro que no faltará nadie del Comité Técnico de Árbitros ni del Deporte, la Cultura y la Política y encima los dos equipos son de la capital, habrá ganas de desquite. Al árbitro, aunque sea fuerte, templado y sereno, no se le quitará el gu-sanillo del estómago hasta que dé el silbido inicial. Ahí se le van las preocupaciones de los últimos días, donde le da vueltas a la cabeza con la obsesión de no equivocarse. Eso es lo que le estará pasando ahora al buen árbitro Clos Gómez.
Hay varias facetas positivas en el aragonés. En primer lugar tiene una excelente condición física y colocación, una buena aplicación de la ventaja que sólo la aplica cuando el juego y el comportamiento de los jugadores se lo permite. Es poco dado a la conversación y hace un arbitraje sobrio y sin aspavientos. Procura pasar desapercibido, pero no se esconce si hay que ser protagonista cuando el partido se sale del guión.
Esta final la considero difícil de arbitrar. Los equipos tienen futbolistas que juegan al límite, siempre se dan las clásicas tánganas, lo que acaba calentando el ambiente y complicando la actuación arbitral, que espero no se la estropeen tampoco desde los banquillos, ya que tiene dos miuras de entrenadores que se excitan por cualquier falta señalada en contra. Y ahí, seguro que Clos Gómez no me fallará. Y prometo, además, hacer un seguimiento del partido y del árbitro minuto a minuto y a todos los contendientes, ya que para sacar 13 errores me lo pondrán fácil.
Yo decía que suerte se da a los malos, pero a ti, Clos, que no la necesitas, espero que en esta final no te falte.