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Un pasillo entre las nubes

La celebración. El Atlético y el Barça jugaron anoche en el Calderón un partido de fútbol que no iba a ninguna parte, así que se convirtió en un paseo entre las nubes. Y como era el día de la celebración del título de la Liga comenzó con un pasillo. Luego todo fue menos brillante. Hasta se fue Messi.

Messi. Los equipos tienen que gestionar lo bueno, lo regular y lo mediocre. El Barça ha ganado la Liga haciendo esa triple digestión, y ayer tuvo de todo eso en dosis adecuadas en cada caso: lo bueno fue un disparo de Tello, que es el futuro; lo regular fue lo de Alexis, que marcó pero dejó la estela de su mediocridad, así que el chileno representó en demasía los tres renglones: lo bueno, lo regular y lo malo. Lo excepcional, que también hubo en esta Liga, es Messi. Y ayer fue excepcional e incluso excéntrico: dejó al equipo con diez, por buenas razones seguramente, pero cuando se marchó nos dejó a todos con la extrañeza con que suelen despachar los genios sus gestos.

Alves. También se fue el lateral más lujoso que ha tenido el Barça en los últimos tiempos. En este caso hay poco que lamentar, pues parece el ensayo de lo que tarde o temprano se va a producir en la realidad. Ahora todo lo que pasa en el equipo parece metafórico: el que se va es que se está yendo. Ha sido una temporada tan irregular que ha parecido siempre que el otrora eficaz lateral-extremo estuvo este año en las nubes.

Reflexión. El Barça ha ganado la Liga, aunque algunos han querido oscurecerla. Una primera vuelta excepcional y una segunda que ha puesto de manifiesto lo bueno, lo regular y lo mediocre. El descubrimiento de Tello es un buen augurio. La incertidumbre sobre Messi es una preocupación. Ahora este cuerpo (el del Barça) se ha de recomponer; el pasillo es el prolegómeno de una reflexión que quizá provoque heridas. Pero es mejor prevenir que curar. Y es mejor alegrarse ahora de la Liga bien ganada que seguir llorando sobre otras leches derramadas.