Felizmente, la bronca no trasciende al campo. Los futbolistas juegan, el fútbol es de los futbolistas. En el mundo del toro se dice: cuando sale el toro, todo el mundo se sienta. En el fútbol es igual: rueda la pelota y las bravatas quedan fuera. El balón pone a cada uno en su sitio y ayer los futbolistas del Madrid, que son mejores, se desplegaron felices por el campo del Bernabéu y ganaron por 6-2 a ese Málaga en el que Pellegrini se ha ido sintiendo cada vez más huérfano de más cosas. Su último logro, muy grande, fue llevar al Borussia a un límite del que le salvó el árbitro. Ahora, pena, en el Málaga ya todo es regreso.

En el Madrid, al revés. En el Madrid todo es búsqueda de un aire libre que ya se adivina más allá del ‘mourinhato’. Ya no hay Décima ni habrá Liga, que un día de estos levantará el Barça. Puede haber Copa. Pero lo que sí parece seguro es que el futuro próximo es sin Mourinho. Florentino, hacedor y deshacedor de entuertos, inventará teorías, renegará de doctrinas que defendió, inventará pirámides de pacotilla (nuevo Bernabéu, envuelto o cubierto, quién sabe)... El caso es que Mourinho se marchará con sus desafíos a cuestas, con su corto palmarés de triunfos y con su rencor o su olvido. Ya veremos.

El caso es que esto pase, y si pasa con goles, mejor. Cristiano ayer marcó su gol número doscientos en el Madrid en cuatro años, caray, y aunque pongo pegas a ese concreto gol (por no saberse un árbitro una regla se repitió en Francia un partido) no dejo de valorar la cima que ha alcanzado. Ni Pahíño ni Di Stéfano ni Puskas marcaron doscientos goles en sus primeros cuatro años como madridistas. Es una enormidad. Nadie antes llegó a eso. También el Madrid es el primero que llega a mil victorias en casa en la Liga. Fútbol. Historia. Ilusión, Entretenimiento. Sólo es fútbol, pero nos gusta.