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Y el Barça no ha dejado de estar

Si no fuera fútbol, y esto es tan sólo fútbol, no exageremos, deberíamos decir que las varas de medir a los dos equipos españoles que siguen en la Champions es manifiestamente injusta. Podría aplicarse a este desajuste un chiste famoso. Se trata de un campesino que guardaba dos vacas, una blanca y otra negra. Un paisano se quedó admirado de la corpulencia de las vacas, y de su capacidad lechera. A cada ponderación del paisano, el vaquero uraño respondía siempre lo mismo: "Es que la blanca es muy buena". Volvía a inquirir el paisano: "¿Y la negra". A lo que el campesino decía invariablemente: "La negra, también". Extrañado el curioso, volvió a preguntar: "¿Y usted por qué siempre dice lo mismo de la blanca que de la negra, pero siempre pone por delante la blanca?". "Es que la blanca es mía". "¿Y la negra?". "La negra, también".

Pues eso es lo que está pasando. Resulta que uno de los dos equipos perdió el martes y el otro perdió el miércoles. Este último marcó un gol y el otro no marcó ninguno. A partir de esta sutil diferencia resulta que es impepinable que uno de los dos -el blanco- remonte. El campesino hubiera dicho que el otro también. Pero, no, señor. El otro, el negro, en este caso azulgrana, no recibe de los doctores del fútbol ni el beneficio de la duda. Lapidado en la plaza pública, expulsado a las tinieblas exteriores, el equipo que fue humillado en Múnich ya no tiene ni derecho a la palabra remontada.

El fútbol no es ni una filosofía, ni una química, ni una matemática. Es tan azaroso como la leche que da una vaca, sea blanca o negra. En este caso, los dos equipos del cuento (que a veces parece el cuento de la lechera) merecen la misma consideración, es decir, a los dos habría que aplicarles el mismo baremo de esperanza. Aconsejaría a los amigos madridistas a creer tanto en el adversario español como en el propio equipo. Es sólo fútbol. Y aquí parece que estamos hablando de vacas lecheras. El Madrid sigue estando ahí. ¿Y el Barça? El Barça, también.