Florentino ha empezado la campaña electoral con un acto en la peña Ramón Mendoza. Una campaña en la que no creo que tenga oponente. Lo pone muy difícil por varios motivos, entre ellos que es un buen presidente. Yo lamento, no obstante, que no tenga oposición. Sería bueno, para que se vigilase más y no incurriera o dejara incurrir a otros en errores que perjudican al Madrid de sus desvelos. Pero las cosas son como son: no creo que aparezca en el panorama ningún personaje solvente. Y algún ‘friqui’ oportunista es difícil, porque ha elevado tanto el listón de las condiciones que eso ya no cabe.

Pero aunque todo se reduzca a lo que en boxeo se llama un ‘asalto de sombra’, que consiste en pelear contra la imagen de uno mismo en el espejo, a Florentino le gustaría llegar a las elecciones con algo. La Décima sería suficiente, claro, pero no es segura. El entrenador que venga será necesariamente peor que Mourinho, y si al final se quedara éste no habría cambiado nada. Lo de forrar el estadio es un alarde suntuario que sólo excita a las constructoras, y huele mucho a aquella promesa de años atrás de cubrirlo completo, que se llevó el tiempo. Puede haber fichajes, pero ¿qué queda fuera del Madrid y el Barça?

Así que ayer los peñistas le pedían que renovara a Cristiano (al que aún quedan dos cursos completos) y él les quiso tranquilizar al respecto. Yo espero acontecimientos. Cristiano se molestó con Florentino el verano pasado y al empezar el curso hizo conocer su enfado. Hubiera esperado ya entonces una mejora que no se produjo. Luego ha cambiado de actitud, ha jugado ejemplarmente y ha guardado su enfado en el cajón. Está mejor visto por los madridistas que nunca. Pero sigue molesto con Florentino. No me lo imagino prestándose así como así a ser cartel electoral.