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San Cristiano

En la sede de la Peña Casco Viejo del Athletic se celebró la comida de hermandad entre las peñas. Después, en San Mamés el talento de Cristiano aplacó la furia de la grada.

San Cristiano

Cristiano 'On Fire'. Por la mítica Catedral pasó un buen Cristiano. Mejor dicho, un Cristiano excelso, monumental, superlativo, encorajinado, enchufado, megamotivado, comprometido, valiente, inspirado, iluminado... La hinchada del Athletic terminó abucheando cada paso que daba el mejor jugador del mundo, pero creo que era más por la admiración y el temor que en un ser humano despierta tu verdugo. San Mamés siempre fue un campo electrizante, con un ambiente que ha engullido a muchos rivales. Pero ese portugués, qué bueno es, agiganta su marmólea figura cuando tiene todo en contra. Sus estímulos nacen desde la dificultad. A mayor dificultad, mejor respuesta. Empezó el partido con una obra de arte en forma de libre directo imparable. Y cuando el fútbol dejó paso a las trincheras, San Mamés echaba fuego y el joven Ramalho se batía en duelo colosal con el 7 para frenarle, se elevó al cielo de la Catedral para conectar un cabezazo imponente, plagado de plasticidad y de fútbol en estado puro. Que ya lleve 50 goles esta temporada y sume casi 200 desde que viste de blanco (lleva 196) es lo de menos. Lo de más es que Cristiano se ha convertido en un jugador de leyenda y en un orgullo para todo el madridismo. El sábado, ante el Betis, el Bernabéu debería ponerse en pie para improvisarle un homenaje. Lo que hizo en San Mamés se recordará durante años. Lección de grandeza. Digna del auténtico number one.

Factor Mou. Este Madrid es un equipo sólido como una roca, sin grietas, con once boinas verdes unidos a muerte por una misma causa. Mourinho ha logrado engrasar la máquina para que esté en perfecto estado de revista ahora que llega lo bueno. En teoría quedan sólo cuatro partidos de verdad hasta el final del curso: tres de Champions y la final de Copa. Pero en San Mamés vimos un Madrid metido en faena hasta las cachas y ejemplar en su despliegue y concentración. Mou, con la pizarra en la mano, no tiene igual. De San Mamés se lleva un 9-0 de parcial y un alirón, con manteo incluido. Buen bagaje...

Superlópez. El Madrid tiene un bendito problema: tener en sus filas al mejor portero de la historia del fútbol (Casillas) y a un porterazo que sigue en estado de gracia (Diego López). El canterano de dos metros sacó en la primera parte dos manos a Susaeta y a Ander que merecerían ser enmarcadas para que se vean en las escuelas de fútbol. Una mano abajo, donde los riñones lloran, que evitó la reacción de un Athletic enloquecido en el arranque. Y en la segunda sacó las yemas de los dedos en un vuelo sin motor bestial. Iker volverá, pero Diego alargará el proceso si sigue así. Nadie le ha regalado nada.

Teixeira, penoso. Se arrugó como una colilla ante un público que quiso jugar la baza ambiental para equilibrar la desventaja futbolística entre ambos equipos. El Athletic jugó con fuerza y ello le llevó a alguno de sus jugadores a rebasar el límite con la complacencia arbitral, hasta el punto de sacar a Modric una tarjeta por la cara (literalmente). De hecho, Aurtenetxe pisó a Ramos y dio un codazo a Cristiano y se fue a la ducha sin ver siquiera una amarilla. Igual Muniain con Marcelo (¡eso era roja!). Pero ni así frenaron a un Madrid celestial de la mano de un catedrático: Xabi Alonso.

Adiós, Catedral. De joven viví seis partidos Athletic-Madrid en San Mamés y siempre fueron vibrantes. Se va un estadio centenario. Pero el que no tiene fecha de caducidad es el Madrid. Lógico. El Madrid es eterno.